La música es parte esencial de mi vida. No
es solo ese acompañamiento a una escena de tantas que se generan en la vida, es
también actor protagónico y ha sido incluso razón de viajar fuera de estas tierras.
Puede que no recuerde bien la textura de la
arena de San Andrés ni mucho menos las facciones de aquella estudiante de
Popayán que conocí allá, pero puedo recordar de memoria el jam de Gilberto
Santarrosa cantando Perdóname en Carnegie Hall, aún sin gustarme la salsa. De
la misma forma tengo que recurrir a Paradise de Tesla para evocar los días de
un paseo con la gente del colegio que no me caía del todo mal, pero no me caía
del todo bien.
Mi servicio militar en una Florencia que
solo escuchaba Vallenatos pudo ser un martirio de no ser por las cartas de mi
buena amiga Sandra, pero también por la compañía de Def Leppard y Bon Jovi en
las horas libres.
Héroes del Silencio, Mago de Oz, Mauricio y
Jhon Fredy como compañeros en Manizales, Don´t want to miss a thing y la
despedida nada amigable de Adriana en el parque de Palermo un festivo lluvioso.
MTV con su programa de 120 minutos lleno de What comes around de Il Niño y todo
ese Nu metal después de media noche para trasnochar sin problemas durante los
últimos semestres en la Nacho.
Las horas de camino a Parque Caldas solo
para gastarme lo poco que tenía para comer en el almacén de discos de un tipo
que más que melómano era un jíbaro satisfaciendo mi necesidad de encontrar algo
de Disturbed ó de Deftones y que incluso me llegó a fiar en alguna ocasión; el
morning view sessions y algunas miradas tristes para finalizar una tesis que se
negaba a terminar.
Ángela no habría sido ese primer gran amor
si no fuera por Love Song de Tesla, More Than Words de Extreme, y también por
Guns´n Roses con su Don´t Cry como cabezas de cartel de una inolvidable y
bonita relación que terminaría cuando me encuentro saliendo de la Universidad
del Valle en medio del llanto y el compás de Black.
Black me dice “nevermore” al igual que ese
cuervo que Allan Poe ubica sobre el busto de Palas, no solo por Ángela, sino
por esa necesidad de tener que escuchar música todo el tiempo, y me muestra a
Pearl Jam, que a su vez es Just Breathe, Light Years, Sirens o resumiendo, es
Diana.
Catupecu Machu y No Te Va Gustar me llevan
a tierras gauchas, donde Cristina hace su doctorado y me habla sobre un
domiciliario que se demora una eternidad en llevarle comida. América es La
cumbia del Rojo y todas esas adaptaciones de canciones populares, pero
definitivamente es como La marcha de Rolando cuando interpreta Arde la ciudad.
Chris Cornell canta Thank You en el
Songbook y me hubiera gustado que fuera ocasionalmente el soundtrack de una
marcha nupcial, pero lo terminó robando una sonrisa luego de una espera en el Aeropuerto,
que finaliza con Dead Wishes y especialmente con Before we disappear, también
de Cornell solo por esa necedad de asociar un rostro con una banda, porque en
el fondo mi memoria se pierde en imágenes, pero con una canción no se equivoca
jamás.
Tal vez por esa misma necedad, quiero que
te vuelvas canción.
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Es posiblemente una entrada demasiado personal, pero la catarsis si que era necesaria.
Well I know the words
but I can´t really speak them to you
and I hide all the pain
that I´ve gained with my wisdom from you...
Suerte es que les digo...
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