sábado, 27 de febrero de 2010

Ráfagas de Realidad

Sentado esperando el capuccino y una compañia que nunca vendrá me detengo a observar la soledad compartida de los que se encuentran a mi alrededor y no puedo dejar de sentirme abrumado.

Al fondo puedo ver una linda muchacha tomandose distraidamente un tinto, a punto de romper en llanto. Siente que lo ha dado todo en su relación y no ha recibido lo mismo. Sus fuerzas flaquean y quiere mandarlo todo al carajo, pero momentos despues llega ese tormento para recordarle que no hay fuerza suficiente cuando es el corazón el que decide.

Dos mesas a mi derecha se cruzan dos miradas completamente distintas. Los ojos de enamorado de él contrastan con una mirada fria de ella. El hombre esta feliz y no puede ocultar la dicha de poder salir con ella una vez más. Ella mientras tanto siente cosas por él, pero más por el lado fraternal ya que sus sentimientos van por otra persona. Esperanzas de uno se estrellarán con las realidades de otro.

Cerca de la pared hay alguien chateando con otra persona a miles de kilometros de distancia. Ambos se juran un amor eterno que durará lo que dure la conección pues ambos empiezan a recorrer rumbos distintos con otras personas ya que la distancia a veces abre brechas aun mas largas.

En la caja veo un par de recien casado y realmente son los unicos que expresan verdadera felicidad, para ellos el mundo exterior no existe y solo estan el uno para el otro. La buena envidia se apodera de mi y una sonrisa se asoma en mis labios.

Finalmente veo al tipo sentado frente a mi, su rostro expresa una mezcla de tranquilidad y resignación, en sus ojos puedo notar esa certeza que da a entender que se hace lo que se puede, que se lucha hasta el final y si no se alcanza lo buscado, queda al menos la satisfacción del intento. Solo cuando se aproxima un mesero con el capuccino, entiendo que observo un espejo.

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Una cafetería puede ser nuestro entorno, los desconocidos pueden tener rostros más familiares de lo esperado, pero finalmente son todos presa de las ráfagas de una realidad que nos azota y nos lastima la cara como golpes directos al rostro.

Algunas de esas ráfagas las llamamos amor, que no es otra cosa que un café que a todos nos sabe distinto, algunas veces dulce, otras amargo, y sin embargo se nos convierte en ocasiones en una adicción imposible de superar.


Suerte es que les digo...

1 comentario:

CRIVE dijo...

Que buen escrito!! me anticipe al final...jejeje